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"...cuando no es pascua en diciembre"



Tribuna Popular Octubre 2025 N° 3067

Editorial

El pueblo trabajador no tiene por qué escoger entre verdugos

Donald Trump vuelve a amenazar a Venezuela con acciones en tierra bajo el pretexto de combatir el narcotráfico. No ha presentado una sola prueba de su ofensiva criminal. Lo que sí deja tras de sí son cadáveres: casi cuarenta personas asesinadas sumariamente en aguas del Caribe, entre ellas venezolanos, colombianos y trinitenses. Trump habla sin vergüenza de asesinatos, y en efecto, es un asesino. Pero la tragedia del pueblo venezolano no se limita a la agresión imperialista: dentro del país, los dos bloques que hegemonizan la disputa política —Nicolás Maduro y María Corina Machado— compiten por congraciarse con el magnate y su proyecto de dominación. 

Machado y Maduro son los dos rostros de una misma moneda: los verdugos del pueblo trabajador. 

Ambos han hecho de la política un instrumento al servicio de las élites económicas y del capital transnacional. Detrás de sus discursos, uno maquillado con retórica liberal y el otro con falsa retórica antiimperialista, se ocultan los mismos propósitos: la entrega de las riquezas nacionales, El pueblo trabajador no tiene por qué escoger entre verdugos la precarización del trabajo, la destrucción del salario y la anulación de toda forma de organización obrera independiente. 

María Corina Machado le dedica a Trump el premio Nobel y celebra la inminencia de una «transición» que no es más que una intervención militar encubierta. Su proyecto político busca reinstaurar el dominio absoluto de los grandes grupos financieros sobre la economía venezolana. Su promesa es el despojo: convertir al país en un enclave minero y energético, donde la clase trabajadora sea condenada a sobrevivir con migajas mientras las transnacionales saquean nuestras riquezas. 

Nicolás Maduro, por su parte, le ofrece a Trump «de todo» para perpetuarse ilegalmente en el poder. Ha profundizado la entrega de los recursos nacionales a corporaciones extranjeras y a la nueva burguesía emergente de su entorno. Su «paz» es la paz autoritaria: represión, censura y criminalización de las luchas. La clase trabajadora lo padece en carne propia: salarios pulverizados, prestaciones inexistentes y un sistema de seguridad social desmantelado. 

El reciente pago del aguinaldo fragmentado en cuatro partes, mientras el bolívar se devalúa aceleradamente y los precios se disparan, es una expresión más del desprecio del gobierno hacia el pueblo trabajador. 

Ahora, con la llamada «constituyente obrera», Maduro pretende legalizar la liquidación de los derechos laborales y destruir lo poco que queda de la autonomía sindical, imponiendo una farsa institucional para consolidar su control político sobre el movimiento obrero. 

Frente a esta encrucijada, el Partido Comunista de Venezuela reafirma que el pueblo no tiene por qué escoger entre verdugos. Ni el autoritarismo represivo de Maduro ni el proyecto entreguista de Machado representan una salida a la crisis nacional. Ambos conducen al mismo destino: más pobreza, más dependencia y más sufrimiento para los trabajadores. 

La verdadera alternativa está en la organización independiente de la clase trabajadora, en la unidad combativa de quienes producen la riqueza de este país y en la lucha por un poder popular auténtico, democrático y soberano.

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